Cuando se aborda el tema del deporte se hace por lo corriente sin conocer sus enormes implicaciones actuales. Se le aplican esquemas, categorías e ideas que corresponden a otra época y desde luego no a la presente, en la que la práctica deportiva alcanzaba un lugar relevante. Esto no debe extrañar ni debe pensarse que tal situación nace espontáneamente. En mucho es buscada, es propiciada desde determinadas instancias, que ven con ojos poco favorables que el grado de conocimiento de las distintas facetas del deporte sea lo más reducido posible, con el fin de poder someterlo a manipulaciones interesadas. La aplicación continua de tópicos archiconocidos, la utilización constante de lugares comunes, es un magnífico instrumento para tal sentido. En franca contraposición a esto, el estudio del deporte como acontecimiento intrínsecamente ligado a la sociedad contemporánea reclama un proceso de actualización constante. Es inaceptable que las mismas categorías y conceptos con las que se aplicaba el hecho deportivo hace muchas décadas, sean hoy igualmente aplicados cuando éste ha sufrido una transformación radical. El problema se agrava si tenemos en cuenta la enorme dinamicidad y la tremenda rapidez con la que suceden los acontecimientos en el tema que nos ocupa. Esto hace que teorías y explicaciones válidas en un determinado momento se conviertan en obsoletas en breve espacio de tiempo. Esto nos obliga a construir una alternativa para el deporte que nos permita no solo desmontar el entrenado elitista y reaccionario que impide el desarrollo de un deporte para todos concebido como instrumento de educación y formación integral de nuestro pueblo sino que también nos permita la concepción de un modelo deportivo viable que pueda ser insertado eficazmente en el proceso de reforma del Estado que actualmente se está desarrollando. Para ello resulta necesario e imprescindible reflexionar sobre el papel institucional del deporte desde sus orígenes jurídico – sociales hasta nuestros días, a fin de evaluar sus logros, sus carencias y quizás lo más importante sus perspectivas, a no dudarlas promisorias.Es reconocido con claridad meridiana que el desarrollo de toda forma de cultura física está condicionado histórico-socialmente, es decir, que es condicionalmente clasista. Para su expresión y divulgación son determinantes las ideas y los conceptos, la ideología de la clase en el poder. Ella decide los medios, amplitud e intensidad de los ejercicios corporales, determinando también el circuito de los dirigentes y de los beneficiados. Así, la gimnasia de los griegos era un privilegio de la clase dominante, siéndole prohibida a los esclavos. Los gladiadores romanos solo podían practicar para los espectáculos mortales en el "Circus Maximums" y en las Siete Destrezas de la sociedad feudal solo los caballeros podían ser activos. En sus comienzos, el deporte era una actividad de privilegios, en el tiempo del capitalismo, la burguesía se servía de los ejercicios físicos y de la educación física para lograr sus fines. Las fuerzas civiles y militares abusaron de la cultura física, utilizándola para los fines guerreristas del imperialismo. Las organizaciones burguesas deportivas en los estados capitalistas, ayuda a su manera a mantener la sociedad de clases, que se basa en la explotación del hombre por el hombre.
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