Carlos Parisca Mendoza, hombre visionario del deporte venezolano, en los años 60, ante la presencia de los Juegos Deportivos Nacionales, creó la Escuela Nacional de Entrenadores Deportivos, con el propósito, según sus palabras, de inundar a todo el territorio nacional de Venezuela de entrenadores deportivos. Esta decisión fue una de las más importantes para darle al país los docentes necesarios para el desarrollo de programas en todas las especialidades deportivas. A diferencia de los programas de Formación del Instituto Pedagógico de Caracas, en ese entonces, la Escuela Nacional de Entrenadores proporcionaría los técnicos deportivos necesarios para los programas de desarrollo deportivo y de alta competencia implementados por las entidades deportivas federadas.
Una simple revisión al registro de entidades deportivas federadas del Instituto Nacional de Deportes, nos demuestra la existencia de más de cincuenta federaciones, que son las encargadas de la programación, organización y desarrollo de las actividades deportivas competitivas, que se realizan en Venezuela. El desarrollo práctico de estas actividades se cumple a través de una red orgánica, cuya estructura básica comienza con el atleta y los equipos deportivos, para luego ir ampliándose y haciéndose más compleja a través de clubes, ligas y asociaciones hasta llegar a su cúpula federativa.
El trabajo del día a día, en término de entrenamiento, organización de equipos y competencia, recae en un ciento por ciento en los hombros del entrenador deportivo; docente éste que tiene bajo su responsabilidad, mediante la práctica deportiva, de contribuir a la formación integral de nuestros niños y jóvenes en el contexto de una sociedad democrática, tal cual está establecido en la Constitución de la República para todo proceso educativo que se dé en el país.
Por ello, ha sido una responsabilidad del sistema democrático, la formación de los docentes deportivos, para atender las necesidades del deporte venezolano; proceso éste fundamentado en la creación de la Escuela Nacional de Entrenadores Deportivos, ENED, en 1960, adscrita al Instituto Nacional de Deportes, dada su condición de organismo rector.
De ese centro de formación, egresaron quince promociones con un aproximado de ochocientos entrenadores que se diseminaron por todo el país, con el propósito de fortalecer a la incipiente instrucción deportiva de ese entonces. Fue tal el éxito de este programa, que al inicio de los años 70 proliferaron las escuelas de entrenadores en los estados Sucre, Anzoátegui y Lara para continuar con los objetivos propuestos en núcleo central de la ENED.
La incorporación de más de mil doscientos hombres al mercado ocupacional generado en la actividad deportiva dio paso al surgimiento de inquietudes laborales y gremiales en pro del establecimiento de condiciones de trabajo, cada vez más favorables para los docentes deportivos.
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